Las propiedades antisépticas y cicatrizantes de la miel evitan las infecciones y aceleran la cura de heridas y piel dañada.
La miel proporciona muchos nutrientes que usualmente se ven disminuidos en el tejido debido a la deficiente circulación que se produce a nivel local, proporcionando a las células vitaminas, aminoácidos y minerales.
La miel tiene a si mismo cierto poder desbridante del tejido necrosado. Además crea un medio con bajo contenido de agua (alta osmolaridad), dado que el plasma y la linfa migran fuera del tejido permitiendo crear en la herida un ambiente húmedo que favorece la formación de tejido de granulación e inhiben el crecimiento bacteriano.
A groso modo ¿De qué se compone la miel y por que cura heridas?
La miel se elabora naturalmente por las abejas a partir del néctar de las flores. Se compone mayoritariamente de hidratos de carbono, sobre todo sacarosa y glucosa; además contiene proteínas, lípidos, fósforo, magnesio, calcio, hierro, sodio, potasio, ácido ascórbico, tiamina, riboflavina, ácido nicotínico y piridoxina. Asimismo puede tener restos de polen, enzimas y otras sustancias vegetales.
Las abejas añaden además al néctar de las flores una enzima llamada glucosa oxidasa.
Para cura heridas con miel, Al aplicar la miel sobre una herida esta enzima produce a nivel local una liberación lenta de peróxido de hidrógeno, responsable de no dañar los tejidos adyacentes y finos y favorecer la cicatrización.
La presencia del peróxido de hidrógeno también hace que la miel posea propiedades antioxidantes previniendo la formación de radicales libres, lo que le confiere características antiinflamatorias, también se le atribuye un cierto estímulo de la inmunidad a nivel local.
La miel reduce la infección, estimula en los tejidos tratados la angiogénesis (formación de vasos), granulación y epitelización, reduciendo el edema y exudado, así como el mal olor que presentan algunas heridas.
Contiene azúcares energéticos, vitaminas, minerales, enzimas activas, aminoácidos, ácidos orgánicos, sustancias antibióticas (inhibina, ácido fórmico), polen, acetilcolina y agua.
Algunos de los usos terapéuticos que se le da a la miel es la curación de ciertas heridas como:
Úlceras por presión y pie diabético:
En úlceras en las que hay bacterias presentes y mal olor la miel utiliza su efecto desodorizante (ya que las bacterias usan glucosa en lugar de aminoácidos para su metabolismo y producen ácido láctico en vez de sustancias malolientes (amonio, aminas y compuestos azufrado) y su propiedad antimicrobiana por su alto contenido en peróxido de hidrógeno permitiendo la desaparición temprana de la bacteria presente en la herida.
Además elimina el exceso de exudado y favorece la formación del tejido de granulación, indispensable para la cicatrización de la úlcera.
Si la herida presenta tejido necrótico la miel utiliza su poder desbridante para eliminar el tejido muerto, aunque en ocasiones requiere la ayuda de desbridamiento quirúrgico.
Curación de heridas en personas sometidas a tratamientos oncológicos con citostáticos:
Estas personas tienen mayor dificultad para que sus heridas cicatricen y se encuentran bastante debilitados debidos a los tratamientos a los que están sometidos.
En este tipo de pacientes la miel favorece la cicatrización de las heridas debido a las enzimas que posee; el tejido muerto se rechaza rápidamente, y las heridas sanan más deprisa; además es beneficiosa porque no tiene efectos adversos sobre los tejidos circundantes.
Curación de quemaduras poco profundas:
debido a sus propiedades antimicrobianas y antiinflamatorias, la miel reduce el edema de la zona quemada y la protege de las infecciones locales, además de acelerar el proceso de cicatrización.
Curación de heridas producidas por corriente eléctrica:
La miel aplicada den este tipo de heridas facilita su cicatrización y calma el dolor.
¿En qué personas podemos aplicar la miel?
Diversos estudios demuestran que la miel se puede utilizar en cualquier persona, sin importar la edad, excepto en menores de 12 meses, debido a que pueden desarrollar botulismo.
¿Cómo realizar la cura de las heridas con miel?
En 1º lugar debemos limpiar bien la herida con suero fisiológico.
A continuación debemos secar bien, no solo el lecho de la herida si no también los tejidos adyacentes.
Después aplicar la miel pura (sin calentar) cruda y virgen con una jeringa sobre la zona deseada, generalmente debemos rellenar 2/3 de la herida con miel, sin llegar a cubrirla totalmente.
Por último debemos colocar un apósito hidropolimérico o gasas que absorban el exudado que se desprenderá de la herida.
¿Con qué frecuencia curar una herida con miel?
Las heridas que están siendo tratadas con miel deben ser curadas cada 24 horas, ya que la miel hará que tenga bastante exudado, y una vez expulsado el exceso de exudado, perderá sus propiedades. Si la herida es demasiado exudativa, se recomienda realizar la cura cada 12 horas, pero por regla general, cada 24 horas.
¿Cuándo es recomendable aplicar miel en una herida?
Las heridas pueden ser curadas con miel en cualquier momento del proceso. No obstante lo más aconsejable es empezar a aplicar la miel cuando empiece a aparecer tejido de granulación, lo que facilitará su cicatrización. Si se aplica miel en una herida que presente infección, esfacelos, tejido necrótico, etc, es necesario acompañar dicho proceso con desbridamiento cortante, autolítico o enzimático para ayudar y facilitar su cicatrización.
CONCLUSIÓN
Podemos decir que la miel es un producto natural que ha demostrado ser beneficioso para la curación de heridas independientemente de su localización. A pesar de que este método no está totalmente implantado, por falta de ensayos clínicos, en los casos en los que ha sido utilizada se ha observado la mejoría y rapidez de cicatrización, esto hace que la miel un producto eficaz, económico y fácil de aplicar en la curación de heridas.
Fuentes:
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Enfermería de ciudad real